Mario Méndez Acosta
¿Es acaso factible aprender otro lenguaje o una materia compleja como las matemáticas sin tener que hacer esfuerzo mental alguno? Eso es lo que ofrecen quienes comercializan cierto tipo de audiograbaciones, elaboradas supuestamente con técnicas subliminales, las cuales contienen cierta información que deberíamos aprender. Se asegura que al escucharlas mientras se duerme puede uno captar, comprender y memorizar bastantes conocimientos significativos. De acuerdo con los proponentes de la llamada “hipnopedia” y la publicidad subliminal, en nuestra mente habita una entidad distinta a nosotros, llamada “el inconsciente”, que nunca duerme, nunca se distrae y jamás olvida todo lo que captan nuestros sentidos, y en especial el oído. Trabaja no sólo como una grabadora que funciona de manera permanente, sino incluso como una avanzadísima computadora que puede identificar e interpretar mensajes cifrados, emitidos a veces en fracciones de segundo o enunciados en sentido inverso, o hasta en frecuencias ultrasónicas. Pero ¿existe alguna evidencia experimental que respalde tantas y tan prodigiosas afirmaciones? Lo cierto es que no, y por el contrario, se ha llevado a cabo un buen número de estudios en diversas universidades y centros de investigación en mercadotecnia o publicidad, que demuestran que no existe efecto alguno en la memoria o en el comportamiento posterior de individuos sujetos a estímulos subliminales o a información recibida mientras duermen o se hallan inconscientes[2]. Se entiende por “subliminal” un mensaje, estímulo o señal tan débil, breve u oculta, que no es reconocida conscientemente por el receptor.
Todo empezó en 1957, cuando James Vicary, experto estadounidense en publicidad, anunció que en algunas salas de cine, al mismo tiempo que se exhibía cualquier película ordinaria, había proyectado secretamente en la pantalla, durante un tercio de milisegundo, los mensajes “Coma palomitas” y “Beba Coca-Cola”, y de este modo logró hacer subir las ventas del refresco en un 18%, Y las del cereal en un 58%. Tal afirmación causó gran revuelo y condujo al año siguiente a la prohibición del uso de tales técnicas en los Estados Unidos, Australia y la Gran Bretaña. Sin embargo, en una entrevista publicada en 1962 en la revista Advertising Age, Vicary confesó que su estudio original no fue más que una invención para atraer clientes a su negocio de mercadotecnia[3].
Pruebas realizadas por Henry Link, presidente de la Psychological Corporation, y por la cadena de televisión canadiense CBC en 1958, mostraron que no se logró respuesta alguna a mensajes similares entre millones de escuchas de una emisora. Durante un programa televisivo se proyectó subliminalmente 352 veces el mensaje “Telefoneé ahora”. Nadie telefoneó a la estación durante el programa, aunque el número estaba visible, y al pedir al público que adivinase el mensaje, los televidentes enviaron cerca de 500 cartas, pero ninguna tenía la respuesta correcta. No obstante, casi todos aseguraron haber sentido hambre o sed durante la emisión, imaginándose que el mensaje trataba de hacerlos comer o beber algo.
En los años 70, el autor estadounidense Wilson Bryan Key proclamó en su libro La seducción subliminal y en otros posteriores, que en casi todos los anuncios publicitarios se encuentran mensajes gráficos disimulados para excitar sexualmente al receptor. Al respecto, el investigador Timothy E. Moore, en la revista Journal of Marketing, publicó en 1982 un estudio al que tituló “Lo que ves es lo que obtienes”[4], así como otro en 1 988 denominado “El caso en contra de la manipulación subliminal”[5], en los cuales se detallan diversos experimentos controlados que refutan las afirmaciones de Key. Pero a pesar de ello, tales creencias siguen vigentes en la mente de la mayoría del público ordinario.
En 1990 se llevó a cabo en los Estados Unidos el juicio contra los integrantes de un conjunto de rock llamado Judas Priest, acusados de haber ocasionado el intento de suicidio de dos jóvenes, James Vance y Ray Belknap, que se dispararon con una escopeta. Belknap murió al instante y Vance quedó gravemente herido, desfigurado, y falleció luego por complicaciones derivadas del consumo excesivo de drogas. Los demandantes, padres de los muchachos, aseguraban que mensajes subliminales ocultos entre la música de rock pesado que escuchaban sus hijos contribuyeron a su impulso suicida.
El álbum en cuestión era Stained Glass, producido en 1978, y la tragedia ocurrió en 1985, cuando se aseguraba que una frase subliminal en la canción “Mejor tú, mejor yo” fue la que determinó el impulso suicida. La frase era “¡Hazlo!” (¡Do it!, que más tarde se convertiría en lema de los zapatos tenis marca Nike, carente de sentido de no existir una tendencia suicida previa en los jóvenes, pues nada había en las letras de las canciones del álbum que pudiera relacionarse con ello, pero se decidió demandar al grupo, basándose sólo en el aspecto vagamente amenazador de la indumentaria de sus miembros.
Según los abogados acusadores, el supuesto mensaje se repetía varias veces en forma subliminal y sólo era discernible después de que se conocía su ubicación y se aislaban e identificaban sus sonidos, pero aun así resultaba muy poco claro. El problema residía entonces en determinar si un mensaje que no es discernible conscientemente si puede serlo en forma inconsciente. Si un estímulo cae fuera del rango de percepción de nuestros aparatos sensoriales, entonces no iniciará actividad neurológica alguna, ya sea consciente o inconsciente.
Por tal motivo es necesario asumir que el llamado inconsciente o -erróneamente- subconsciente de cada persona no sólo resulta ser omnisciente -que lo sabe todo- y estará siempre alerta, sino que además debe tener umbrales de percepción mucho más refinados que los que los sentidos le permiten a la mente consciente del individuo; es decir, deberá tener poderes extrasensoriales o mágicos.
En el juicio se dieron a conocer docenas de estudios de laboratorio y de campo, incluyendo los de Moore, los cuales demuestran que no existe efecto alguno sobre la conducta con los mensajes que intentan ser subliminales. El resultado fue que el juez Jerry Carr Whitehead dictaminó en favor de Judas Priest y de la disquera CBS que fueron exonerados. En algunos juicios posteriores se ha logrado poner en duda toda afirmación basada en los principios freudianos que señalan la existencia de una entidad volitiva llamada inconsciente, que supuestamente goza de una individualidad propia, ajena a la de la persona consciente.
BIBLIOGRAFÍA
1 Pratkanis, A. R.; J. Eskenazi, and A. G. Greenwald. “What you Expect is What you Believe (but not necessarily what you get), on the Effectiveness of Subliminal Self Help Audiotapes”, Proceedings, Western Psychological Association, Los Angeles, Ca., April, 1990.
2 Danzing, F. “Subliminal Advertising. Today, Just Historie Flashback for Researcher Vicary”, Advertising Age, September 17,1962.
3 Moore, T. E. “Subliminal Advertising. What you See is What you Get”, Journal of Marketing, núm.46, 1982, pp. 38-47.
4 Moore, T. E. “The Case Against Subliminal Manipulation”, Psychology & A1arketing, núm. 5, 1982, pp. 297316.
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[1] Ciencia y Desarrollo no. 140, mayo-junio 1998, Págs. 84-86.
[2] Pratkanis, A. R.; J. Eskenazi, and A. G. Greenwald. “What you Expect is What you Believe (but not necessarily what you get), on the Effectiveness of Subliminal Self Help Audiotapes”, Proceedings, Western Psychological Association, Los Angeles, Ca., April, 1990.
[3] Danzing, F. “Subliminal Advertising. Today, Just Historie Flashback for Researcher Vicary”, Advertising Age, September 17,1962.
[4] Moore, T. E. “Subliminal Advertising. What you See is What you Get”, Journal of Marketing, núm. 46, 1982, pp. 38-47.
[5] Moore, T. E. “The Case Against Subliminal Manipulation”, Psychology & A1arketing, núm. 5, 1982, pp. 297-316.
http://marcianitosverdes.haaan.com/2009/10/la-ilusin-subliminal/
¿Es acaso factible aprender otro lenguaje o una materia compleja como las matemáticas sin tener que hacer esfuerzo mental alguno? Eso es lo que ofrecen quienes comercializan cierto tipo de audiograbaciones, elaboradas supuestamente con técnicas subliminales, las cuales contienen cierta información que deberíamos aprender. Se asegura que al escucharlas mientras se duerme puede uno captar, comprender y memorizar bastantes conocimientos significativos. De acuerdo con los proponentes de la llamada “hipnopedia” y la publicidad subliminal, en nuestra mente habita una entidad distinta a nosotros, llamada “el inconsciente”, que nunca duerme, nunca se distrae y jamás olvida todo lo que captan nuestros sentidos, y en especial el oído. Trabaja no sólo como una grabadora que funciona de manera permanente, sino incluso como una avanzadísima computadora que puede identificar e interpretar mensajes cifrados, emitidos a veces en fracciones de segundo o enunciados en sentido inverso, o hasta en frecuencias ultrasónicas. Pero ¿existe alguna evidencia experimental que respalde tantas y tan prodigiosas afirmaciones? Lo cierto es que no, y por el contrario, se ha llevado a cabo un buen número de estudios en diversas universidades y centros de investigación en mercadotecnia o publicidad, que demuestran que no existe efecto alguno en la memoria o en el comportamiento posterior de individuos sujetos a estímulos subliminales o a información recibida mientras duermen o se hallan inconscientes[2]. Se entiende por “subliminal” un mensaje, estímulo o señal tan débil, breve u oculta, que no es reconocida conscientemente por el receptor.
Todo empezó en 1957, cuando James Vicary, experto estadounidense en publicidad, anunció que en algunas salas de cine, al mismo tiempo que se exhibía cualquier película ordinaria, había proyectado secretamente en la pantalla, durante un tercio de milisegundo, los mensajes “Coma palomitas” y “Beba Coca-Cola”, y de este modo logró hacer subir las ventas del refresco en un 18%, Y las del cereal en un 58%. Tal afirmación causó gran revuelo y condujo al año siguiente a la prohibición del uso de tales técnicas en los Estados Unidos, Australia y la Gran Bretaña. Sin embargo, en una entrevista publicada en 1962 en la revista Advertising Age, Vicary confesó que su estudio original no fue más que una invención para atraer clientes a su negocio de mercadotecnia[3].
Pruebas realizadas por Henry Link, presidente de la Psychological Corporation, y por la cadena de televisión canadiense CBC en 1958, mostraron que no se logró respuesta alguna a mensajes similares entre millones de escuchas de una emisora. Durante un programa televisivo se proyectó subliminalmente 352 veces el mensaje “Telefoneé ahora”. Nadie telefoneó a la estación durante el programa, aunque el número estaba visible, y al pedir al público que adivinase el mensaje, los televidentes enviaron cerca de 500 cartas, pero ninguna tenía la respuesta correcta. No obstante, casi todos aseguraron haber sentido hambre o sed durante la emisión, imaginándose que el mensaje trataba de hacerlos comer o beber algo.
En los años 70, el autor estadounidense Wilson Bryan Key proclamó en su libro La seducción subliminal y en otros posteriores, que en casi todos los anuncios publicitarios se encuentran mensajes gráficos disimulados para excitar sexualmente al receptor. Al respecto, el investigador Timothy E. Moore, en la revista Journal of Marketing, publicó en 1982 un estudio al que tituló “Lo que ves es lo que obtienes”[4], así como otro en 1 988 denominado “El caso en contra de la manipulación subliminal”[5], en los cuales se detallan diversos experimentos controlados que refutan las afirmaciones de Key. Pero a pesar de ello, tales creencias siguen vigentes en la mente de la mayoría del público ordinario.
En 1990 se llevó a cabo en los Estados Unidos el juicio contra los integrantes de un conjunto de rock llamado Judas Priest, acusados de haber ocasionado el intento de suicidio de dos jóvenes, James Vance y Ray Belknap, que se dispararon con una escopeta. Belknap murió al instante y Vance quedó gravemente herido, desfigurado, y falleció luego por complicaciones derivadas del consumo excesivo de drogas. Los demandantes, padres de los muchachos, aseguraban que mensajes subliminales ocultos entre la música de rock pesado que escuchaban sus hijos contribuyeron a su impulso suicida.
El álbum en cuestión era Stained Glass, producido en 1978, y la tragedia ocurrió en 1985, cuando se aseguraba que una frase subliminal en la canción “Mejor tú, mejor yo” fue la que determinó el impulso suicida. La frase era “¡Hazlo!” (¡Do it!, que más tarde se convertiría en lema de los zapatos tenis marca Nike, carente de sentido de no existir una tendencia suicida previa en los jóvenes, pues nada había en las letras de las canciones del álbum que pudiera relacionarse con ello, pero se decidió demandar al grupo, basándose sólo en el aspecto vagamente amenazador de la indumentaria de sus miembros.
Según los abogados acusadores, el supuesto mensaje se repetía varias veces en forma subliminal y sólo era discernible después de que se conocía su ubicación y se aislaban e identificaban sus sonidos, pero aun así resultaba muy poco claro. El problema residía entonces en determinar si un mensaje que no es discernible conscientemente si puede serlo en forma inconsciente. Si un estímulo cae fuera del rango de percepción de nuestros aparatos sensoriales, entonces no iniciará actividad neurológica alguna, ya sea consciente o inconsciente.
Por tal motivo es necesario asumir que el llamado inconsciente o -erróneamente- subconsciente de cada persona no sólo resulta ser omnisciente -que lo sabe todo- y estará siempre alerta, sino que además debe tener umbrales de percepción mucho más refinados que los que los sentidos le permiten a la mente consciente del individuo; es decir, deberá tener poderes extrasensoriales o mágicos.
En el juicio se dieron a conocer docenas de estudios de laboratorio y de campo, incluyendo los de Moore, los cuales demuestran que no existe efecto alguno sobre la conducta con los mensajes que intentan ser subliminales. El resultado fue que el juez Jerry Carr Whitehead dictaminó en favor de Judas Priest y de la disquera CBS que fueron exonerados. En algunos juicios posteriores se ha logrado poner en duda toda afirmación basada en los principios freudianos que señalan la existencia de una entidad volitiva llamada inconsciente, que supuestamente goza de una individualidad propia, ajena a la de la persona consciente.
BIBLIOGRAFÍA
1 Pratkanis, A. R.; J. Eskenazi, and A. G. Greenwald. “What you Expect is What you Believe (but not necessarily what you get), on the Effectiveness of Subliminal Self Help Audiotapes”, Proceedings, Western Psychological Association, Los Angeles, Ca., April, 1990.
2 Danzing, F. “Subliminal Advertising. Today, Just Historie Flashback for Researcher Vicary”, Advertising Age, September 17,1962.
3 Moore, T. E. “Subliminal Advertising. What you See is What you Get”, Journal of Marketing, núm.46, 1982, pp. 38-47.
4 Moore, T. E. “The Case Against Subliminal Manipulation”, Psychology & A1arketing, núm. 5, 1982, pp. 297316.
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[1] Ciencia y Desarrollo no. 140, mayo-junio 1998, Págs. 84-86.
[2] Pratkanis, A. R.; J. Eskenazi, and A. G. Greenwald. “What you Expect is What you Believe (but not necessarily what you get), on the Effectiveness of Subliminal Self Help Audiotapes”, Proceedings, Western Psychological Association, Los Angeles, Ca., April, 1990.
[3] Danzing, F. “Subliminal Advertising. Today, Just Historie Flashback for Researcher Vicary”, Advertising Age, September 17,1962.
[4] Moore, T. E. “Subliminal Advertising. What you See is What you Get”, Journal of Marketing, núm. 46, 1982, pp. 38-47.
[5] Moore, T. E. “The Case Against Subliminal Manipulation”, Psychology & A1arketing, núm. 5, 1982, pp. 297-316.
http://marcianitosverdes.haaan.com/2009/10/la-ilusin-subliminal/
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