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"Se puede pensar la identidad como un proyecto de futuro, y no como algo dado"

La experta en filosofía contemporánea Lucía Piossek Prebisch de Zucchi pone el foco en el pensamiento alberdiano y en el sarmientino, e indaga en las raíces de la Argentina, signada por los desencuentros.


"Paul Ricoeur habla de la identidad como proyecto y de la fidelidad a la promesa. Y yo pensaba que en el caso de un pueblo, la fidelidad puede ser entendida como acatamiento y cumplimiento de la Constitución. Creo que sería muy fructífero pensar la identidad como la necesidad de cumplir con eso que hemos prometido que cumpliríamos", afirma Lucía Piossek Prebisch de Zucchi.
Figura central de la filosofía en Tucumán, la ex titular de la cátedra de Filosofía Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT y experta en el pensamiento de Nietzsche ha escrito "Argentina: identidad y utopía", un libro de lectura necesaria que acaba de ser editado por Ediciones de la Universidad Nacional de Tucumán (EDUNT) y en el cual ella se plantea el meneado problema de la identidad a la luz de la obra de algunos de los pensadores nacionales más ricos de los siglos XIX y XX .

- En su nuevo libro, usted plantea cómo Alberdi señalaba que la Nación había comenzado con la acción, pero que era necesario apuntalarlo con la teoría...
- Pero no sólo fue una idea de Alberdi, sino que fue compartida por todos los de su generación, esa estupenda Generación del 37. Lo que pasa es que Alberdi la expresaba mejor. Que habíamos empezado por la acción, y que era necesario apuntalar esa acción por medio del pensamiento; por medio de una filosofía que Alberdi entendía como un examen racional, y como una especie de Filosofía de la Historia. Hay toda una disputa alrededor de cómo veía Alberdi el futuro, acerca del optimismo teórico de Alberdi. Algunos me decían que el Alberdi optimista era el Alberdi joven; sin embargo, pienso que el suyo es un optimismo que mantiene hasta el último momento; de lo contrario, si no hubiera creído en el valor de la teoría, no habría seguido escribiendo hasta sus últimos momentos de vida. Alberdi piensa que la filosofía es necesaria en un doble aspecto: como fuerza emancipadora y como principio de nacionalidad, en el sentido de la necesidad de pensar de dónde viene y hacia dónde tiene que ir el país.

-¿Este nacimiento marcado por la acción predestina la nación signada por la conflictividad permanente?
- Es una pregunta tremenda, porque a mí me duele mucho este país, así como está. Pero no tengo fundamentos para responderla, aunque creo que vale la pena ahondar sobre ese tema.

- Ante pensamientos tan divergentes como las que se han marcado en los orígenes de la nación, ¿es posible pensar en una identidad única?
- Es el planteo central del libro. Creo que desde los comienzos de la nacionalidad argentina, en todos los pensadores que han pensado el país está la preocupación de qué pasa con un país lleno de posibilidades, y que sin embargo no logra encontrar su rumbo. Es una cuestión que ha sido enunciada de muy diversas maneras, pero que en el fondo apunta a lo mismo. Por ejemplo, en la Generación del 37, la preocupación acerca de cómo se configuran el espacio y el tiempo en la conformación del país. El "Facundo" de Sarmiento empieza así: "vamos a ver qué pasa con el espacio argentino". Después, recibe nombres como argentinidad, nacionalidad, estilo propio. Sólo en los últimos decenios, esa búsqueda ha empezado a llamarse la búsqueda de la identidad. Pero esa pregunta por la identidad es una búsqueda muy generalizada, que se ve desafiada por la globalización, y que no sólo afecta a los países de rumbo indeciso. Es la pregunta que se hacen todos los países: la pregunta acerca de qué va a pasar con nosotros.

- Pero, insisto, ante tanta diversidad de pensamientos como los que usted analiza en su libro ¿es posible encontrar "el" pensador que defina una identidad argentina?
- Depende de qué se entienda por identidad. En ese sentido, es muy interesante el aporte de Paul Ricoeur, que habla de identidad ídem y de identidad ipse. La primera está relacionada con la persistencia, en tanto que la segunda está relacionada con un proyecto. Y muchas veces que se piensa la identidad, se la piensa en el sentido de persistencia, y no de proyecto. Y yo creo que en un pueblo también puede aplicarse esta perspectiva de la identidad ídem y la identidad ipse. Ricoeur habla de la identidad como proyecto y de la fidelidad a la promesa. Y yo pensaba en el caso de un pueblo, la fidelidad que puede ser entendida como acatamiento y cumplimiento de la Constitución. Desde ese punto de vista, me parece que sería muy fructífero pensar el concepto de la identidad. No pensemos ya si somos herencia indígena, si nos envolvemos en la bandera azul y blanca, sino, más bien, cumplir con eso que hemos prometido que cumpliríamos. No es, entonces, el sentido de permanencia, sino de proyección al futuro, basada en el cumplimiento de las promesas. El proyecto de futuro como cumplimiento de una promesa y no como algo dado.

- Ya no la identidad como algo esencialista, como algo terminado...
- Así es, Ricoeur se plantea que el sujeto no es una esencia fija.

- Usted también analiza cómo en el Facundo está planteada la cuestión del territorio…
- Así es, en el comienzo mismo del Facundo, Sarmiento plantea que el mal que aqueja a la Argentina es la extensión. Y empieza a ver - y esa ha sido una de las preguntas de la Generación del 37 - cuáles son las condiciones de espacio y tiempo que nos dan la particularidad como país. Examina en qué medida es positivo, y en qué medida es negativa la extensión. Y dice que desde el punto de vista estético es bueno, porque ha dado figuras como la del baqueano, el rastreador, el payador, el gaucho, que han configurado una literatura argentina, si la hay. Pero, dice Sarmiento, desde el punto de vista político es un mal, porque semejante extensión impide la reunión en la que se puedan debatir los problemas de una comunidad. En cambio, la forma típica de reunión del hombre de las pampas es la pulpería, en la que se exhiben virtudes gauchas, pero que no son nunca virtudes cívico- políticas.

- ¿Cuál es, para Sarmiento, el espacio cívico político ideal?
- Las ciudades populosas. Porque si bien él señala que la extensión es un mal, lo es en el sentido de que está poblado por el indígena; que sale, caza, mata, y se atiene a satisfacer sus necesidades elementales. Pero ya no lo será si esa extensión se puebla con la inmigración Para mí, el Facundo es un alegato a favor de la inmigración. Esa extensión impide, según Sarmiento, impide que en la Argentina se desarrolle el sentido, la noción, de la "res pública", de la cosa pública. Y yo me temo que eso ha persistido.

- ¿A qué lo atribuye?
- No lo sé, creo que ha habido, en muchos de los que hicieron el país, esa idea de que todo era fácil, que todo era cuestión de salir a cazar un animal y alimentarse con eso sin necesidad de trabajar.

-¿No será que esa negación de la cosa pública se retroalimenta con el desconocimiento del otro, como ha ocurrido en el caso de Sarmiento con el indígena?
- Sin embargo, miremos a los Estados Unidos, donde todavía se habla de población afroamericana, donde hay reservas indígenas, como si no fueran todos americanos. Yo creo que, en el sentido de integración, nos hemos integrado. Por ejemplo, el fenómeno del mestizaje, sobre el cual tanto insistía en sus últimos tiempos Víctor Massuh. El mestizaje como un fenómeno positivo, como confluencia de culturas.

- En su libro, usted también reflexiona acerca del pensamiento de Alberto Rougés, un filósofo tucumano al que se lo está redescubriendo...
- En Rougés está la valorización de la civilización indígena y de las raíces hispánicas. Rougés enraíza en tres tradiciones, la tradición indígena, la gran tradición del pensamiento occidental - San Agustín, Bergson, Plotino- y la tradición hispánica.

- Lo que lo diferencia de otros pensadores a los que usted analiza- Sarmiento y José Ingenieros, entre otros - es es su capacidad de sumar culturas, no de priorizar unas a costa de otras…
- Así es. Rougés escribe algo impresionante: " en Ibatín, en las ruinas de San Miguel, he visto en una misma fosa huesos de indios y de españoles".

- Mirando el presente, ¿qué cosas la perturban de este tiempo?
- Que los que conducen el país mientan, que no haya un proyecto de país. Y a esa ausencia la veo tanto en quienes dirigen el país como en la oposición. Creo que no hay eso a lo que alude Ricoeur, de que una forma de construir identidad es el respeto al cumplimiento de las promesas.

- ¿Encuentra algo positivo en este tiempo?
- Que hay mucha gente muy valiosa, individualidades muy valiosas a las que les cuesta reunirse para sacar el país a flote. Otra vez, surge lo que planteaba Sarmiento, sobre la dificultad para reunirse.

- ¿Porqué costará tanto ponerse de acuerdo?
- No lo sé. Yo veo como Brasil, un país tan enormemente heterogéneo, con una enorme carga indígena y negra, pareciera que están poniendo de acuerdo.

- ¿Cómo se habrá filtrado en nuestra historia el ideario del autoritarismo?
- Se podría leer nuevamente el Facundo y Alberdi, poniendo el ojo en el tema del autoritarismo. En Alberdi, por ejemplo, pensemos en la obra de teatro "El gigante Amapolas". El gigante Amapolas es Rosas. Cuando cae el gigante Amapolas, le dicen a un personaje: "pero que suerte, usted lo ha hecho caer". Y el personaje dice: "no tengo nada de héroe, porque ha caído un gigante de paja".



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